Seamos felices, nos acompañemos

Seamos felices, nos acompañemos

Antes que termine el 2021 queremos hacerles llegar nuestro mensaje y deseo para el año próximo 

Por José Emilio Graglia.-

A veces pienso y, sobre todo, siento que este 2021 empezó antes del 1° de enero y que terminará después del 31 de diciembre. No sé bien porqué, pero percibo que principió en marzo de 2020, con la pandemia, y que no acabará hasta que el coronavirus deje de serlo. Es raro, un año largo, muy largo.

Sin embargo, más allá de aquellas percepciones personales, lo cierto es el almanaque nos obliga a cambiar la hoja. Se va el 2021 y viene el 2022, listo. La verdad sea dicha, poco o nada cambia, antes y después del brindis. Sin embargo, pululan los balances y los buenos deseos.

¡Felices fiestas! repetimos, asociando antojadizamente Navidad y año nuevo. Como si fueran escalas de un mismo viaje de jolgorio. Inadvertidamente, nos preparamos para festejos que no siempre son fiestas, mientras enviamos y recibimos millones de mensajes impersonalizados por las redes sociales y por WhatsApp.  

Envueltos en la parafernalia comercial, olvidamos el pesebre navideño. Más allá de las creencias religiosas, Navidad nada tiene que ver con un señor ridículamente vestido con un traje de invierno. Para los creyentes, es Dios hecho hombre. Para toda la humanidad, es un mensaje de paz que trasciende los cultos.

Ahora, llega el año nuevo y, otra vez, nos deseamos felicidad. Advirtamos que la felicidad no solo se desea, se construye. Es un llamado y, a la vez, la tarea de responderlo. Las personas humanas estamos llamadas a la felicidad, a hacer realidad esa dignidad original que nos hace tan iguales como distintos.

Esa realización es una construcción, individual y colectiva. Porque nadie puede ser plenamente feliz si sus semejantes son infelices, sea por la pobreza o sea por la violencia. La felicidad de cada uno depende de la felicidad de los otros y viceversa. Es mucho más que la diversión de un momento.

Podemos estar más contentos o más tristes, siendo igualmente felices. La clave está en nuestra capacidad de sostenernos en las contenturas y en las tristezas. Por eso, desear felicidad es ofrecer y, al mismo tiempo, pedir compañía, en las buenas y en las malas.

Quienes integramos el ICES, paciente y humildemente, tratamos de construir felicidades, para nosotros y para los otros. Eso te deseamos, eso te ofrecemos y eso te pedimos. Vendrán momentos más lindos y momentos más feos, pero seremos más o menos felices en la medida de nuestra capacidad de acompañarnos.